1/5/09

Paradoja del bebedor reformado

Por: Raúl Fain Binda
Columnista, BBC Deportes

Dicen por allí que los alcohólicos en realidad nunca se curan, que no existe un ex alcohólico reformado, sino un alcohólico que (por ahora) no bebe.

Con esto se quiere decir que si para dejar la bebida se necesita un esfuerzo enorme, el que se precisa para no reincidir es mucho mayor.

Con la violencia en el fútbol ocurre lo mismo. El fútbol inglés está en la situación del bebedor que no bebe.

Nuestros lectores y oyentes de América Latina suelen referirse, admirados, al hecho de que en la Liga Premier los espectadores estén sentados al borde del campo de juego, casi tocando con las manos a los jugadores.

En esto hay una paradoja. Muchos creen que los alambrados protectores fueron derribados porque desapareció la violencia, cuando en realidad los alambrados desaparecieron como parte de una campaña para eliminar la violencia.

Fruto de la complacencia

El flagelo del vandalismo en el fútbol se origina y se alimenta de la complacencia, de la falta de voluntad política para contenerlo.

En el caso de Inglaterra, se necesitaron tres desastres con numerosas víctimas para poner en marcha el cambio.

El primer caso fue el incendio de una tribuna de madera en el estadio de Bradford City, el 11 de mayo de 1985, con la muerte de 85 personas.

El segundo se registró pocos días después, el 29 de mayo, en el estadio belga de Heysel, poco antes de comenzar la final de la Liga de Campeones entre Liverpool y Juventus, cuando murieron 39 personas (32 italianos y siete belgas).

El tercero fue la tragedia de Hillsborough, el estadio del Sheffield Wednesday, en 1989, cuando el Liverpool y el Nottingham Forest jugaban la semifinal de la Copa de la Asociación: 96 hinchas del Liverpool murieron aplastados contra los alambrados.

Violencia, decrepitud y hacinamiento

En los casos de Bradford y Sheffield no hubo violencia por parte de los hinchas, pero las autoridades llegaron a la conclusión de que la violencia, la decrepitud de los estadios y el hacinamiento tras los alambrados eran los tres elementos de la misma trampa mortal.

De repente, el mundo del fútbol tomó conciencia de que la modernización de los estadios, con el derribo de las alambradas y la obligación de sentar a todos los espectadores en butacas numeradas, era un paso imprescindible para combatir la violencia.

Los clubes fueron emplazados para modernizar los estadios y derribar los alambrados. Al mismo tiempo, se reglamentó la identificación y registro de los hinchas violentos, así como la prohibición de su acceso a las canchas.

La reacción culminó en 1989, con la introducción de la Ley de Espectadores de Fútbol, creando un organismo que otorga licencias habilitantes, con poder para cerrar los estadios que no se ajusten a las reglas y extendiendo las restricciones a los hinchas violentos.

La ley contempló la creación de varias unidades especiales para la acción contra el vandalismo, entre ellas la Sección Fútbol del National Crime Intelligence Service, que muy pronto tuvo en sus registros los nombres de más de 6.000 hooligans.

Cámaras y empleados de seguridad

En los últimos años la acción de seguridad se vio facilitada por el desarrollo de las cámaras digitales de circuito cerrado, que permiten la rápida identificación de los sospechosos.

En la actualidad, muchas canchas ya no necesitan la presencia de efectivos policiales y la seguridad está a cargo de empleados de los clubes, especialmente entrenados.

Pero los hooligans ingleses no se han reformado, no han renunciado a la violencia. Lo que ocurre es que tienen menos oportunidades para mostrar las uñas.

Para pacificar las canchas ha sido preciso mucho esfuerzo, y para mantenerlas así se necesita una vigilancia constante, dentro y fuera de los estadios.

Y aun así no es suficiente, porque ahora los episodios más graves de violencia vinculados al fútbol se registran fuera de las canchas.

Estadísticas oficiales

Las estadísticas de la Home Office (ministerio del Interior), correspondientes a la temporada 2003-2004 (todavía no hay cifras oficiales sobre la última temporada), reflejan la situación actual en Inglaterra y Gales, y la eficacia del sistema de prohibir el acceso de los infractores a las canchas.

A continuación, una breve enumeración de los datos más importantes:

•En ese periodo, se registraron 3.010 arrestos, sobre un total de 29.197.510 espectadores, el total más elevado de los últimos 34 años. Esto significa una tasa de arresto de 0,01%.

•La mayor parte de los partidos se desarrollaron pacíficamente, ya que 50% de los encuentros de la Liga Premier, 72% de la primera división, 82% de la segunda y 89% de la tercera tuvieron un solo arresto o menos (en términos estadísticos). Si se contemplan todos los partidos de todas las divisiones, hubo un promedio de 1,62 arrestos por partido.

•El 57% de todos los arrestos fueron realizados fuera de los estadios, promedio que se eleva a 85% para la categoría de desórdenes violentos.

•El 25% de todos los partidos se desarrollaron sin presencia policial.

•En el periodo se registró un aumento substancial de las prohibiciones de acceso a las canchas: 2.596 casos al 18 de octubre de 2004, en comparación con 1.794 al 14 de agosto de 2003.

Para interpretar estos datos conviene tener en cuenta que algunos episodios graves, en particular desórdenes registrados fuera de los estadios, pueden concluir sin un número elevado de arrestos, mientras que en otros casos un número elevado de arrestos refleja la acción preventiva de la policía, sin que se llegue a desarrollar un incidente grave.

Los grupos más belicosos

Los hooligans no se han reformado ni jubilado, claro. Los grupos más temibles de Inglaterra son los siguientes:

•En el Chelsea, la banda principal es la de Headhunters, o cazadores de cabezas. Tiene vínculos con organizaciones políticas derechistas.

•En el Birmingham City se los conoce como el Ejército Zulú.

•En el Milwall, un club que (afortunadamente) no suele participar en torneos europeos, son conocidos como los Bushwackers (los que tienden una emboscada), mortales enemigos de los Headhunters y el Ejército Zulú.

•En el Stoke City, se hacen llamar los Cuarenta Terribles.

•En el West Ham tienen un apodo (Inter-City Firm) que alude a su táctica de viajar a los partidos en trenes, para burlar a la policía que controla los ómnibus fletados especialmente, la forma habitual de viajar a partidos como visitantes.

Publicado por la BBC

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